EL ESCRITOR COMPULSIVO

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El gran Gustavo Adolfo Bécquer

EL ESCRITOR COMPULSIVO

El escritor compulsivo soy yo, Alberto Bellido y este es un blog dedicado a mi mayor afición, a mi mayor pasión: El cine, el séptimo arte.

En el blog los visitantes podrán leer y comentar diversos artículos así como guiones de todos los géneros redactados por mí y sus memorias de realización, es decir, las diferentes intenciones que me guiaron en el momento de crear cada historia.

Espero que todos disfrutéis con mi blog.

Un afectuoso saludo.

miércoles, 4 de mayo de 2011

ROMAN POLANSKI: EL MAESTRO DEL TERROR PSICOLÓGICO.

Roman Polanski: El maestro del terror psicológico.
Roman Polanski nació en París en el año 1933. No obstante, a los tres años, sus padres se trasladaron a Polonia, por lo que siempre se ha considerado ciudadano de este país. En vísperas de la segunda guerra mundial, el pequeño Roman vivía con sus padres en la ciudad de Cracovia. Y, al iniciarse el conflicto, se refugiaron en un barrio judío. Por tanto, experimentó en primera persona la crueldad de los nazis. En 1941, fue separado de sus padres, pues deportaron a ambos a campos de concentración por su condición de judíos. Su madre fue llevada a Auswitz, (de donde nunca regresó), mientras que su padre fue enviado a Mauthausen. Por su parte,  Roman fue acogido por diferentes familias polacas. Desde muy joven, Polanski se sintió fascinado por las posibilidades de expresión que les podía brindar el teatro y el cine. Además, el horror que marcó sus primeros años, pudo trasladarse después eficazmente a sus películas. Su carrera comenzó a los catorce años, ejerciendo como actor teatral. Y, más adelante, cursó estudios en la Escuela de Cine de Lodz. Gracias al éxito obtenido por una serie de cortometrajes que fueron premiados, pudo ver la luz su primer largometraje, “El cuchillo bajo el agua”, (1962). En estas primeras películas, ya mostraba como rasgo más característico su gusto por los ambientes claustrofóbicos, al colocar a sus tres protagonistas, (una pareja y un desconocido), navegando con un pequeño barco. Polanski, a pesar de ser un director primerizo, consiguió un enorme respaldo, pues esta producción se alzó con la nominación a la mejor película extranjera en la edición de los Oscar del año 1963. 
Con su consagración internacional, Roman Polanski decidió emigrar a Inglaterra, donde rodó “Repulsión”, (1965), un thriller psicológico cuya protagonista era la actriz francesa Catherine Deneuve. También esta película significó un gran éxito para su director, pues logró varios premios, entre ellos el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín de ese año. En la película, una bella, (aunque muy tímida y sexualmente reprimida joven), llamada Carol, que trabaja comom manicurista en una peluquería, vive en Londres, en un apartamento con su hermana, que mantiene una relación con un hombre casado. Cuando ambos se marchan de vacaciones, la protagonista de desmorona mentalmente, sufriendo todo tipo de alucinaciones, que le conducen a cometer varios asesinatos. En mi opinión, las secuencias más destacables de esta película son las siguientes: La primera es aquella en la que la acomplejada joven transita desorientada por el pasillo  del piso, mientras cree por todas partes brazos que la están tocando, y las otras dos corresponden a los asesinatos de su pretendiente y su jefe, que va a visitarla e intenta aprovecharse de su indefensión violándola, pero la chica consigue zafarse de él y matarlo. Por último, indicar que el blanco y negro otorga al film una atmósfera que el color sólo hubiera podido desvirtuar.
Un año más tarde, Polanski rodó “Callejón sin salida”, una brillante comedia negra con Donald Pleaseance como protagonista. En esta muestra de insólito humor negro del director, el amanerado y miedoso propietario de un castillo situado al borde del mar y su atractiva esposa, recibe la visita de un mafioso que altera sus vidas y ahonda en sus diferencias. Así, la convivencia entre los tres y la presencia de conocidos de la pareja provocará situaciones estrambóticas e inverosímiles.
En 1967, Polanski desembarcó en los Estados Unidos para acometer la realización de su primera película en color: “El baile de los vampiros”. Esta producción siguió los pasos de las películas que, por aquel entonces, había puesto la Hammer de moda, con una ambientación, unos decorados y un vestuario muy similar, por no decir idénticos. La única pequeña gran diferencia en relación a las películas de terror de la época, es que se trataba de una parodia, (como las que los humoristas Abbot y Costello realizaron en los años treinta de las películas del ciclo de terror de la Universal). En esta descacharrante producción, el propio Polanski encarna a Alfred, el aprendiz de un investigador experto en vampirismo, (en clara alusión al Doctor Abraham Van Helsing de la novela y las películas de Drácula). Los dos viajan a Transilvania con la intención de llevar a la práctica todo aquello que habían descubierto con sus investigaciones. Allí se encuentran  con el Conde Drácula y Alfred se enamora de la hija de un posadero, Sarah, (personaje encarnado por la que más tarde se convertiría en la esposa de Polanski, Sharon Tate), a la que tendrá que salvar de las garras del vampiro. Al fin, los tres protagonistas, (el científico chiflado, su temeroso aprendiz y su enamorada), logran escapar del aquellare de vampiros y vampiresas en que se ha convertido el castillo de Drácula, pero Sarah ha sido mordida y en el trineo en el que huyen no tardará en alimentarse de sus dos acompañantes y convertirlos también en vampiros. Finalmente, señalar que la película tuvo problemas con la censura.
En 1968, Roman Polanski ejecutó su película más famosa y polémica, “La semilla del diablo”, basada en la novela del escritor Ira Levin, e interpretada por John Cassavettes y Mia Farrow. Este film abordó el tenebroso mundo del satanismo y se alzó con varios premios, así como diversas nominaciones a los Oscar, y además obtuvo una gran repercusión mundial. Respecto a su argumento, un matrimonio, formado por Rosemary Wooduhouse y su esposo Guy, se traslada a vivir a un edificio marcado por espantosos crímenes que acontecieron en el pasado. Allí, una pareja de vecinos de avanzada edad, comienza a interferir en sus vidas. La película, en un principio, no se parece en nada a una película de terror, sino más bien al típico melodrama al uso, propicio para ver una sobremesa, y su pareja protagonista es feliz, ajena a la tormenta que se desatará en torno a ellos con posterioridad. Pero todo empieza a torcerse de manera apenas sugerida, con la inexplicable muerte de una joven vecina y la obsesión de  Rosemary por tener un hijo. Entonces, (en la secuencia más famosa de la película), tiene un sueño en el que el diablo yace con ella, engendrando a su ansiado vástago. Finalmente, la paranoia se apropia totalmente de la protagonista, que se percata de que los vecinos del edificio en el que residen, forma parte de una secta esóterica, (y, por tanto, son adoradores del ángel caído), que ha abducido a su marido con el fin de que entregue a su hijo, el hijo de Satán para que reine sobre el mundo.
Para Polanski aquella fue la mejor etapa de su vida, al lado de su mujer Sharon, pero la felicidad le duraría bien poco. Un año más tarde, en 1969, Polanski, que se había atrevido a abordar en la película el espinoso tema del satanismo, halló la horma de su zapato. Ese año se había mudado a una enorme mansión, en el elitista barrio de Rodeo Drive, en Los Ángeles. Su mujer invitó a varios amigos a una fiesta durante una idílica noche de verano, mientras que Roman se encontraba en Londres enfrascado en su siguiente producción. Aquella fatídica noche, Sharon Tate y sus invitados fueron masacrados por la banda del alucinado y visionario Charles Mason, (líder de una secta conocida como “La familia”, que vivían en una comuna hippie).  La desgraciada actriz estaba embarazada y lo primero que contemplo la policía al acceder al lugar de la matanza, fue la palabra “Pigs”, (cerdos), escrita con sangre en las paredes. Roman Polanski jamás se recuperaría de aquel horrible suceso, que le dejó muy tocado psicológicamente. Entonces, (como pretendiendo exorcizar sus propios demonios interiores que no cesaban de acosarle y no  le dejaban en paz), decidió alejarse durante una buena temporada del tipo de cine que le había dado la fama.
Sus películas siguientes fueron “Macbeth”, (1971), adaptación de la obra de William Shakepeare, la comedia “¿Qué?”, (1973), poco conocida y de escasa repercusión, y una película inspirada en los clásicos del cine negro que le devolvería a la senda del éxito: “Chinatown”, (1974), con la que logró numerosas nominaciones a los Oscar, aunque únicamente conseguiría el del mejor guion para Robert Towne.
En 1976, retornó al thriller psicológico, con “El quimérico inquilino”,  una película muy del estilo de “Repulsión”, en el que en esta ocasión, el desquiciado protagonista era él mismo, aunque fue una producción que no obtuvo demasiado éxito.
Y en 1977, su vida volvió a experimentar un desafortunado episodio cuando fue acusado de abusar sexualmente de una menor, Samantha Geimer. Tras una corta estancia en la cárcel, huyo de Estados Unidos para no volver jamás.
En 1979, estrenó “Tess”, película que dedicó a su fallecida mujer Sharon, y que significó otro gran triunfo en su carrera, pues estuvo nominada a seis Oscar. Este drama de época, fue protagonizado por la joven actriz Natassja Kisnki, (hija del también desquiciado e insólito actor Klaus Kisnki y que se convirtió durante un tiempo en su amante).
Polanski se tomó un descanso de varios años, hasta que regresó al cine con “Piratas”, (1986), cinta de aventuras que, sin embargo, se convirtió en un fracaso comercial. En 1988, realizó “Frenético”, protagonizada por Harrison Ford y la que sería su futura esposa, Emmanuelle Seigner, que funcionó muy bien comercialmente. En este thriller, el Doctor Richard Walken, que se halla en París interviniendo en una conferencia, emprende la búsqueda de su desaparecida mujer. Tres años más tarde, otro thriller, esta vez erótico, “Lunas de hiel”, (1992), puso el acento sobre los temas más oscuros y controvertidos de las relaciones de pareja. Repitió Seigner, (ya su mujer), que tuvo como compañero de rodaje a Hugh Grant. Con “La muerte y la doncella”, (1994), abordó el reencuentro de una mujer, (encarnada por Sirgouney Weaver), con los fantasmas de su pasado, a través del sicario de un dictador suramericano, (Ben Kingsley).
A continuación, Polanski rodo su última película relacionada con el fantástico y que significó también su reencuentro con las fuerzas oscuras: “La novena puerta”, (1999), adaptación de una novela del escritor español Arturo Pérez Reverte. El protagonista Deom Corso, (Jhonny Depp), debe viajar por todo el mundo para encontrar un manual de invocación satánica, involucrándose en un intrincado laberinto salpicado de violencia y muerte.
Su mayor éxito reciente ha sido “El pianista”, (2002), conmovedor drama en el que Polanski, por fin, se enfrenta a su desgraciada infancia. (Esta película y “La lista de Shindler”, son dos importantes aproximaciones a lo que significó el holocausto judío).
Las siguientes películas fueron “Oliver Twist”, (2005), enésima adaptación de la famosa novela de Charles Dickens, y “El escritor”, (2010),  entretenido thriller de espionaje que aborda la experiencia de un “negro”, (es decir, de un escritor por encargo), que debe redactar las memorias de un antiguo primer ministro británico. Esta última producción ha funcionado muy bien y, ni para la crítica, ni para el público ha resultado nada desdeñable.
El último sobresalto en la agitada vida de Roman Polanski fue su detención al ir a recoger un premio a Suiza. No obstante, recientemente, el director polaco ha vuelto a recobrar su libertad. En fin, esperamos que pueda seguir rodando grandes películas y que no haya nada que le impida seguir ejerciendo como director de cine.

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