EL ESCRITOR COMPULSIVO

EL ESCRITOR COMPULSIVO
El gran Gustavo Adolfo Bécquer

EL ESCRITOR COMPULSIVO

El escritor compulsivo soy yo, Alberto Bellido y este es un blog dedicado a mi mayor afición, a mi mayor pasión: El cine, el séptimo arte.

En el blog los visitantes podrán leer y comentar diversos artículos así como guiones de todos los géneros redactados por mí y sus memorias de realización, es decir, las diferentes intenciones que me guiaron en el momento de crear cada historia.

Espero que todos disfrutéis con mi blog.

Un afectuoso saludo.

domingo, 15 de noviembre de 2015

ROMA, EL APOGEO DE LAS SERIES DE CORTE HISTÓRICO.

La serie Roma significó un  antes y un después dentro de las series de ficción de corte histórico.

Ya comenté, en mi artículo de estreno para este semanario de cultura, que Yo, Claudio, emitida por la BBC británica en el año 1976, fue la serie que mostró y enseñó el camino de las series de esta temática y género, y sin la que no sólo Roma,sino otras muchas series que han surgido durante esta edad de oro de la televisión en la que estamos inmersos, simplemente no existirían.
También hay que reseñar que Roma no habría podido producirse sin el apoyo de un canal de televisión que revolucionó el universo catódico y su oferta allá por los primeros años del nuevo siglo, y que ha sido responsable de varios de sus éxitos más rotundos y significativos, como es el caso de la HBO (Estados Unidos), así como del concurso y la participación del director y guionista, combativo en todos los sentidos, (autor de la adaptación de Conan, el bárbaro),John Milius.
La iniciativa de llevar a cabo una serie ambientada en la Roma imperial fue secundada por la BBC británica y la RAI italiana, convirtiéndose en una coproducción a tres bandas, entre los tres países. Y siendo rodada en los estudios romanos Cinecittá.
Para situarnos mejor cronológicamente, indicar que la serie, (de dos temporadas), abarca desde la conquista de las Galias por Julio César y la lucha entre Pompeyo y éste, hasta la derrota de Marco Antonio y Cleopatra a manos deOctavio Augusto en la batalla de Actium, que se traduciría en el poder absoluto de este último.
Y en medio de ambos sucesos, se produjeron un conjunto de acontecimientos, apasionantes, que convirtieron aquella etapa en la más importante del Imperio romano.
Por aquel entonces, en el Siglo I Antes de Cristo, A.D., Roma dominaba la mayor parte del mundo conocido. Y no sólo eso, sino que también constituyó el primer Imperio que tuvo presencia en tres Continentes: La mayor parte de Europa, el norte de África y Oriente próximo, (ubicado, geográficamente, ya en Asia).
Antes, en la Edad Antigua, ningún Imperio había llegado a tanto, aunque cierto es que habían ocupado grandes porciones territoriales, como el asirio, el babilónico, el persa y el macedonio de Alejandro Magno.
Posteriormente, en las Edades Media, Moderna y Contemporánea, se irían sucediendo Imperios formidables, con presencia en varios continentes, como fueron los casos del bizantino, el árabe, el español y el portugués, el francés, el inglés, el napoleónico francés y el ruso, el alemán y austrohúngaro, (antes y durante de la I guerra mundial), el nazi alemán y el japonés, (antes y durante la II guerra mundial), el estadounidense y el comunista de la Unión Soviética, (durante la Guerra fría), y el chino en la actualidad, entre otros muchos.
Como mencionaba antes, la serie Roma abarca buena parte de los acontecimientos y sucesos más relevantes de cuando su Imperio se hallaba en prácticamente su esplendor y máxima expansión, aún siendo ensombrecido por sus guerras civiles.
La serie se centra en dos Triunviratos de cónsules que desencadenaron la lucha por el poder.
El primero conformado por Julio César, Pompeyo y Craso.
Y el segundo compuesto por Octavio Augusto, Marco Antonio y Lépido.
Del primero saldría vencedor Julio César, mientras que del segundo acabaría triunfante su pariente Octavio Augusto.
Sucesos dignos de mencionar de esta etapa, aparte de las guerras civiles, fueron la conspiración y asesinato de Julio César, (durante los llamados Idus de Marzo); la alianza entre Octavio Augusto y Marco Antonio que derrotó a los asesinos de César, Casio y Bruto, y la partición del Imperio entre Octavio Augusto, (que lideró Occidente y la Capital, Roma), y Oriente, (con Marco Antonio y Cleopatra como dueños de Egipto y su Capital, Alejandría).
Todo ello es narrado en esta serie con un presupuesto y un despliegue de medios, (de producción, vestuario, maquillaje, etcétera), verdaderamente impresionante.
Una producción de auténtico lujo y unas interpretaciones brillantes, (sobre todo cuando muestra las intrigas, que eran el pan nuestro de cada día en el Imperio romano), a la altura de la calidad de la serie.
Y para describir, a grandes rasgos, la Historia con mayúsculas, la producción se sirve de los avatares, aventuras y desventuras de dos soldados, un centurión y un legionario, que establecieron y afianzaron una relación de amistad a medida que los capítulos de la serie se van sucediendo, aunque hay ocasiones que llegan a encontrarse en bandos enfrentados: Lucio Voreno y Tito Pullo.
Cabe destacar que uno, visionando las dos temporadas de esta estupenda serie, se queda con ganas de más. Y no falta razón para respaldar esta aseveración, pues al final de la segunda temporada, la historia queda plenamente abierta, ya que en un principio se había concebido para cinco temporadas, pero fue cancelada a causa, claro está, de su astronómico presupuesto.
Uno incluso llega a pensar que, de haberse cumplido estas previsiones, la historia habría seguido con los hechos ocurridos durante las dinastías y estirpes Julio-Claudia, (aún solapándose con la serie Yo, Claudio),  la Flavia y los Severos, (ya correspondientes al Bajo Imperio, al del declive y la decadencia del Imperio).
No obstante, puede ser muy recomendable para el lector ver las dos series por el orden de su cronología. Es decir, primero Roma, y después Yo, Claudio, (como ha hecho un servidor), o bien por el orden en la que fueron producidas, al revés.
Este fue sólo el principio, pues detrás de Roma vendrían series que pudieron el foco en la Historia y de gran valor didáctico, como Los Tudor, las dos series que relataban las vidas de los Borgias, la de Camelot, la de Los Vikingos y un buen etcétera.

LA CUMBRE ESCARLATA: EL REGRESO AL GÓTICO DE GUILLERMO DEL TORO.

He de confesar que cuando acabe de escribir mi último artículo para este semanario cultural, dedicado a Suspense(la versión de la novela corta Otra vuelta de tuerca, de Henry James, dirigida por Jack Clayton), no podía pensar ni imaginar que volvería a redactar tan pronto otra reseña dedicada a otra película del subgénero de las casas encantadas.
Sobre todo, porque entre medias ha habido interesantes propuestas en la cartelera.
Pero no he tenido más remedio que plegarme ante el derroche imaginativo y visual del mexicano Guillermo del Toro.
He leído críticas y opiniones acerca de que la historia se asienta en lugares comunes, muy trillados en el género. La siempre tan traída y llevada falta de originalidad. A esos críticos les preguntaría: A estas alturas de la Historia del cine, ¿Seriáis capaces de presentar, para su realización, una historia completamente original?
La respuesta es no. El cine lleva más de cien años de existencia, y después de las sucesivas etapas de explosión y decadencia de cada uno de sus géneros, abarcando desde el western, pasando por la comedia, hasta llegar al drama, y también al terror, lo que ha habido es una reinvención de géneros, una fusión de los mismos, o sean pasado por el tamiz de la postmodernidad.
Puede haber breves momentos de originalidad completa en un cortometraje, un documental, una película, con chispazos geniales de inspiración por parte de sus autores, pero ya no se le pueden pedir peras al olmo.
Ya lo que verdaderamente puede hacer triunfar a una película y a que pueda sobresalir y destacar de la media de todas las demás de su género, o su subgénero, no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta, el modo o manera, la vía de contarlo.
Qué queréis que os diga: A mí me ha gustado todo, absolutamente todo, de ella.
¿Puedo pecar de no ser objetivo? ¿De dejarme llevar por una subjetividad que puede no ser entendida?
Pues sí, he de reconocerlo. Me puede la pasión, no sólo de amante del séptimo arte, sino también de guionista, productor y director.
Me ha gustado su argumento, su guión, su ambientación, su vestuario, su diseño de producción y de arte, sus interpretaciones, (en especial, la de una soberbia y maquiavélica Jessica Chastain).
Y lo más curioso es que, aunque me quede impresionado e impactado nada más acabar de verla, no me enamoré y caí fulminantemente enamorado de ella sino hasta un par de días más tarde, al volver a pensar en ella.

Atención, sí que hay que hacer hincapié en que La cumbre escarlata no es una película de terror al uso, no es una película de fantasmas, sino con fantasmas.

Y también, al final, es un melodrama gótico y romántico salteado con muy buenos instantes de terror, pero es que está tan bien pensada y concebida que eso no importa.
La película comienza con una enigmática pareja de hermanos que llega a Nueva York presentando un innovador y revolucionario invento por el que pueden sacar arcilla roja de la tierra, del lugar de Inglaterra donde residen, Northumbria.
Intentan persuadir al padre de la protagonista, una joven escritora, para que les apoye financieramente, pero no lo consiguen. Y éste ve alarmado cómo su hija, que quedo huérfana de madre de niña, se siente progresivamente atraída por el seductor hermano inventor, haciendo caso omiso del médico con el que el padre tenía proyectado casarla.
Entonces, cierto día, el padre muere en extrañas circunstancias, y la protagonista, la hija, acaba casándose con el inventor y viajando a Inglaterra para empezar allí una nueva vida, en la casa encantada de su esposo y su cuñada, donde es acechada por los fantasmas que la pueblan.
Y hasta ahí puedo citar, pues si continuó con la trama, puedo correr el riesgo de destripar la película.
En conclusión, que si a ti, lector, te gustan las buenas películas de terror de corte clásico, no puedes pasar por alto ni dejarla de visionar esta nueva maravilla sensorial surgida de la fértil imaginación de Guillermo del Toro y que constituye un sentido homenaje a los grandes autores de la literatura gótica.

Suspense.

De la película Suspense, (conocida en su denominación primigenia inglesa como The Innocents), sólo me cabe indicar que hay que reivindicarla, sobre todo en una época como la actual, en la que el cine de terror está copado por un sinfín de películas gore, sangrientas hasta el extremo y la extenuación y morbosas en el peor sentido del término, pues el morbo es un concepto muy amplio, y puede resultar válido y valorable para casos y en contextos concretos.
Y lo peor no es esto. Sin duda, lo peor es el respaldo que obtienen películas a las que considero auténticas salvajadas, sin ambages. Sabiendo que muchos de sus defensores no tienen el más mínimo conocimiento de películas comoSuspense, La mansión encantada, (en inglés, The Haunting), La leyenda de la casa del infierno, Al final de la escalera o las inolvidables películas del gótico italiano, con destacados representantes como Mario Bava y Antonio Margheriti.

La película Suspense, de Jack Clayton, está basada en la célebre novela deHenry James titulada Otra vuelta de tuerca.

Y, si bien, a lo largo de la historia del cine, del séptimo arte, han sido ya varias las versiones dedicadas a esta excepcional obra, de las que he tenido ocasión de ver, ésta es sin duda la mejor.
Es la historia de dos niños huérfanos, Flora y Miles, de una frígida y acomplejada institutriz, (encarnada, en el caso de esta versión, por una soberbia Deborah Kerr) y el fallecido mozo de las caballerizas Peter Quint.
Como anécdota, indicar que la actriz que interpretaba a la niña Flora, Pamela Franklin, ya de más mayor, también formó parte del equipo artístico de otra obra cumbre del subgénero de casas encantadas, La leyenda de la casa del infierno, deJohn Hough, basada en una novela de Richard Matheson, que también figura en los créditos como guionista. Por lo tanto, intervino en dos de las películas señeras de este subgénero.
Es una historia de un atractivo innegable, en la que la institutriz es atormentada por el fantasma de Quint, (que está más presente en su torturada mente que físicamente) y, en especial, por la soterrada relación y atracción, hasta cierto punto correspondida, que siente por el niño Miles.
El hecho de que la película se vaya cociendo a fuego lento, sin apresuramiento, reposadamente, desvelando sus claves de manera pausada pero sorprendente, sin alharacas, es criticado hasta la saciedad de forma desaforada y muy injusta, por las nuevas generaciones a las que en su mayoría lo que les gusta de verdad, desgraciadamente, es la casquería sin sentido ni proporción alguna.
Yo no soy quien para dictar lo que se debe y lo que no se debe ver. Pero, háganme el favor, lectores, de darle una oportunidad a esta película y a las otras que he mencionado al principio de este artículo. Les aseguro que no se arrepentirán, que serán todo un descubrimiento.
No obstante, soy optimista, puesto que pienso que no todo está perdido, que películas de este estilo no se perderán y continuarán produciéndose. Eso sí, con cuentagotas. Habrá que tener paciencia…
Aconsejó también películas como Los Otros, de Alejandro Amenábar, (que es una buena reinterpretación del relato de Henry James), El Orfanato, de Juan Antonio Bayona y La cumbre escarlata, de Guillermo del Toro, por mencionar sólo algunas.
Lo dicho, hay que evitar, en la medida de lo posible, que este cine, estas películas, se pierdan: Visiónenlo, reivindíquenlo, en fin, aconséjenlo a sus amigos. En fin, sepan entenderlo, les aseguro que si lo hacen, no se decepcionarán.

Everest: El gran desafío a la naturaleza.

Desde siempre, desde que el hombre es hombre, ha llegado a retar, a desafiar a la naturaleza, de múltiples formas, de manera un tanto temeraria.
Estos desafíos incluso se han llegado a interpretar como dirigidos al ser superior que creo todo, (para los menos creyentes), y a Dios, (para los que se manifiestan como muy fervorosos).
Y de entre todas las grandes odiseas y epopeyas viajeras que ha emprendido el ser humano, como el mítico descubrimiento de América de Colón cruzando todo un océano y todavía con el pensamiento medieval instaurado de que la Tierra era plana y la aventura acabaría en tragedia; la vuelta al mundo deMagallanes y Elcano después de diversas penalidades; más recientemente, la llegada del hombre a la luna, etcétera, una de las que mayor impresión e impacto produce hoy en día es la de la ascensión a los techos montañosos del planeta. Tal y como son especialmente los casos del K2 y el Everest, aunque también teniendo muy en cuenta a los restantes colosos montañosos conocidos como los ochomiles, cuya localización mayoritaria está en el pequeño país de Nepal, encajonado entre China y La India, en la célebre cordillera del Himalaya.

Everest es una película que, sin entrar a valorar profundamente todos y cada uno de sus aspectos positivos y negativos, (labor que ha que dejar a los críticos, remarcando que yo no soy uno de ellos y simplemente soy un enamorado de las películas y del cine, dedicándome a hablar sin ataduras, corsés, ni prejuicios previo de las mismas), era necesaria, pues nos ayuda a tomar conciencia de lo peligroso y arriesgado que resulta escalar y llegar a la cima de gigantescas montañas, desde la comodidad de nuestros hogares.

Los protagonistas son un grupo de ricos y desacomplejados aventureros que llegaron a creerse que subir una montaña como el Everest era un mero entretenimiento carente de riesgo, como si se tratara de un pico cualquiera de menor altitud, (desde luego muy lejos de lo que significó para el primer hombre que consiguió ascenderlo plenamente, Edmund Hillary).
La percepción que nos transmiten los organizadores de la excursión tampoco contribuye a elevar el nivel de alerta a uno más necesario y preciso.
En este sentido, esta odisea, basada en hechos reales, me recuerda a la saga de películas de Parque Jurásico, iniciada por Steven Spielberg en el año 1993, basadas en las obras, en las novelas de Michael Crichton.
También son películas en las que los propietarios de los parques demuestran su desidia y displicencia, creyendo que nunca va a acontecer el más mínimo peligro que ponga en riesgo a sus clientes y visitantes.
Y tal y como sucede en Everest, cuando se pretende reaccionar, ya es demasiado tarde.
Así pues, la enseñanza más importante que podemos extraer al ver estas películas de aventuras es que nunca debemos menospreciar e infravalorar a criaturas revividas y temibles como los dinosaurios, y al final, a la naturaleza. Creer, en suma, que si la desafiamos y pensamos que podemos alcanzar cualquier meta exponiéndonos hasta límites más allá de lo recomendable, saldremos indemnes, sin ningún rasguño.
Aunque, por otra parte, también películas como Everest nos enseñan que para alcanzar cualquier objetivo en la vida hay que ser valiente y arriesgado, (sobreponiéndonos en su caso a las duras inclemencias metereológicas), incluso un punto temerarios. Esto, huelga decirlo, será aplicable al proyecto de vida que emprendamos, sea del carácter que sea.
Para acabar, recomiendo también una apasionante película de Peter WeirCamino a la libertad, que narra el impresionante viaje hacia la consecución de la misma, igualmente basada en hechos reales, de un grupo de prisioneros huidos de un gulag soviético.

martes, 15 de septiembre de 2015

IT FOLLOWS: LA HALLOWEEN DEL SIGLO XXI.

Quizás el título de este artículo, así, de primeras, no se entienda muy bien. Estoy aludiendo a Halloween, (o La noche de Halloween, como se la llegó a conocer aquí, en España, a principios de los ochenta).

Es decir, a la película, el clásico de John Carpenter que marco a toda una generación y que se puede considerar como el punto de partida de todo un subgénero o vertiente del horror cinematográfico: El slasher.
En el inicio de esta revisitación del Halloween de Carpenter, como me gusta remarcar, (aunque, eso sí, indicando que tiene una personalidad propia, como iré relatando), se puede ver a una chica que sale de su casa huyendo no se sabe muy bien de qué, pues nadie, que sepamos, la está persiguiendo.
¿Qué es lo que más me gusta de esta película y que tiene de diferente en relación a casi todos los demás slashers?
Pues esta es una pregunta fácil de responder: Aparte de su originalidad, (bendita originalidad, muy poco frecuente en estos tiempos de remakes y secuelas), los planos panorámicos, la profundidad de campo y también el fuera de campo, en lugar de los zooms, los primeros planos sin ton ni son y el hecho de pasar, casi de manera enloquecida e incesante, de planos generales a medios, de estos a américanos, y después a primerísimos planos, o al revés, o de unos a otros de estos planos a otros sin solución de continuidad, como es lo que hacen y en lo que caen muchas películas, en especial de este subgénero.
Eso sí, en mi pensamiento y en el de otros muchos entendidos cinéfilos no hay mejor y más magistral plano que el plano secuencia, (inolvidable el de Sed de mal, de Orson Welles y rescatado en la actualidad por el de True Detective, hacia el ecuador de la serie). Y otro tipo de movimiento de cámara que me gusta pero que para mí no llega a tanta predilección como el plano secuencia es el travelling, precisamente utilizado en Halloween por Carpenter para seguir de cerca al asesino Michael Myers.
Pero estoy divagando y debo volver a centrarme en este artículo, dedicado una de las mejores películas del género de terror de este año, It Follows, de David Robert Mitchell.
En It Follows el supuesto asesino psicópata no aparece, es invisible, aunque sólo en apariencia. Es como si estuviera únicamente en el subconsciente de los protagonistas, como una representación etérea de nuestros miedos más profundos, siendo un hombre del saco con el don de la ubicuidad. Y ahí está el verdadero punto fuerte y atractivo de la película: Su hondura psicológica. Puede parecer una película slasher más, de unos jovencitos que van siendo liquidados, uno a uno, por el asesino, pero no lo es, nada más lejos de la realidad.
No encontrará el espectador ni efectismos, ni muertes sin ton ni son, ni sangre o morbo a raudales, pero sí una película reposada, no apta para impacientes, que se cuece a fuego lento y muy bien planificada. Por desgracia, hoy en día no hay muchos aficionados a este tipo de películas. Pero yo, desde luego, sí que lo soy, y ferviente, por lo que espero seguir luchando por convertir a muchos de los aficionados al terror más truculento a este horror más psicológico, (no pierdo la esperanza), y a mi juicio, de más calidad.
Así pues, puedo afirmar que con It Follows el subgénero slasher recupera su dignidad, después de haber sido arrastrado por el fango con las secuelas de Viernes Trece, de la propia Halloween y otros sucedáneos, carente de toda originalidad, clónicos en suma.
Así que, ¿A qué estáis esperando a verla? No hagáis ni caso a los amigos que os digan que es aburrida, que es un coñazo. Hay que saber entender que el buen cine mide los tiempos con los espectadores, que los respeta a ellos y a su inteligencia, y que será durante los momentos que dichos espectadores menos se lo esperen cuando los sorprenda.
Y esto es, sin duda, lo mejor que tiene el cine, que es un arte hecho, además de para aprender y concienciar, para intrigar y emocionar

YO CLAUDIO: UNA HISTORIA MÍTICA DEL ALTO IMPERIO ROMANO.

Antes que nada, tengo que agradecer a este Semanario, Las nueve musas, la oportunidad concedida de colaborar en esta publicación. Procuraré hacer disfrutar lo máximo posible a los lectores, pues será una señal de satisfacción para mí.

Este primer artículo he pensado en dedicarlo a uno de los pasajes históricos más importantes de Occidente, el correspondiente a la dinastía de emperadores romanos que más dio que hablar, la Julio-Claudia.
Y he decidido escribir sobre ello porque en nuestra época, más o menos contemporánea, han confluido dos libros del escritor británico Robert GravesYo, Claudio Claudio el dios y su esposa Mesalina; la grandiosa serie producida por la BBC que adapto la primera novela y una película que nunca llegó a realizarse, con el mismo título, dirigida por el granJosef Von Stenberg y producida por Alexander Korda.
De esta manera consigo hablar, en esta, mi primera colaboración, de Historia con mayúsculas, de cine y de una serie que parten de un mismo tronco común.
Desde pequeño, me ha interesado y gustado la Historia, (así, me recuerdo, en mi más tierna infancia, leyendo pasajes históricos que me resultaban apasionantes, de una enciclopedia), y uno de dichos pasajes que más me atrajo fue el de la dinastía Julio-Claudia, del imperio romano, que comprende los reinados de Octavio Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
El imperio romano, sin duda, supuso un antes y un después en la Historia, pues fue el primer imperio que llegó a concentrar sus dominios en tres continentes: Europa, África y Asia.
Y como se han encargado de demostrar varias películas, sobre todo realizadas durante la época del Hollywood clásico y alguna más cercana en el tiempo, contrastaban los mandatarios más prudentes y sensatos, (como los casos de Octavio y Claudio), con los de los más alocados, enajenados y corruptos, (representados por Tiberio, Calígula y Nerón).
Señalar que hasta que no he visto la serie, únicamente tenía constancia de estos datos e información.
Pero después, me ha sorprendido observar, entre los extras de la edición especial en deuvedé de la serie, el intrincado y complejo árbol genealógico de los Julios-Claudios. Creo que uno de los más difíciles de desentrañar y entender para cualquier persona que se apreste a ello.
Hay datos que, como mínimo, sorprenden en cierta proporción, como el hecho de que el endiosado Calígula fuera el bisnieto del excesivo y derrotado Marco Antonio, a la vez que también lo era de, ¡Octavio Augusto!
Y que el propio Claudio fuera el nieto de Octavio y el sobrino-nieto de Marco Antonio.
Es decir, que la familia del vencedor en la batalla de Actium, (Octavio Augusto), acabará emparentando con la del perdedor, (Marco Antonio), e incluso acordarán matrimonios entre ellos para preservar el poder, poniendo de manifiesto que el incesto y el nepotismo fueron el denominador común del imperio más grande conocido hasta entonces.
Respecto a la serie, cabe decir que sólo se me ocurre un adjetivo con el que calificarla, que es el de magistral.
Recuerdo algunos flashes, fogonazos sin más, de haberla visto en televisión cuando era pequeño por alguna reposición de la misma que hizo la segunda cadena de televisión española. Pero sin tener la conciencia plena del potencial y significado de la serie, que he descubierto plenamente ahora.
Dirigida por Herbet Wise y con guión de Jack Pulman, únicamente cabe quitarse el sombrero y admirar las magníficas y excelsas interpretaciones de Brian Blessed como Octavio Augusto, de Sian Phillips como la perversa Livia, (esposa de Octavio Augusto y abuela de Claudio), de George Baker como el cínico Tiberio, así como las histriónicas de John Hurt como Calígula y Dek Jacobier como el protagonista principal, el tartamudo y, sólo en apariencia, tonto Claudio.
El fuerte de la serie es mostrar las constantes intrigas y maquinaciones por el poder que se producían dentro de la que fue la familia más icónica del imperio romano, con los envenenamientos como marca de la casa, en especial, las realizadas por Livia.
Sí que en comparación con otra serie posterior, como es Roma, (que, cronológicamente se sitúa en un período histórico anterior, el relativo al primer y segundo triunvirato), se nota que el presupuesto a disposición de la producción era claramente inferior.
En Roma, por ejemplo, hay un equilibrio, e incluso un ligero predominio de las escenas de exteriores sobre las interiores.  Es decir, de las escenas de batallas y desfiles sobre las correspondientes a las intrigas palaciegas.
Mientras que en Yo, Claudio sucede al contrario: Las numerosas escenas de interiores contrastan con las escasas de exteriores.
Respecto a la película que se pretendía hacer basada en las dos novelas de Robert Graves ambientadas en la Roma clásica, no se pudo llevar a buen término debido a un accidente de tráfico sufrido por la actriz Merle Oberon que interpretaba a Mesalina, aunque también el gran Charles Laughton sufrió lo suyo al asumir el rol del tartaja y cojo Claudio, no resultándole fácil meterse en su piel.
En la serie Yo, Claudio, al visionarse se puede contemplar todo lo que resultó característico del imperio romano y que nos ha llegado hasta nuestros días: el poderío que ejerció durante siglos sobre la mayor parte del mundo conocido hasta aquellas fechas, las descarnadas luchas por el poder e intrigas palaciegas, así como la corrupción y las bacanales y fiestas que parecía que nunca iban a tener fin, como las que impulsaron emperadores como Tiberio, Calígula y Nerón.
En definitiva, y refiriéndome exclusivamente a la serie, una historia para verse varias veces, tanto en versión original como doblada, aunque bien es cierto que resulta más aconsejable la primera al poder cumplir un doble objetivo para cualquiera que se anime a ello: El aprendizaje del inglés y de uno de los pasajes más importantes de la Historia, con mayúsculas.
Desde luego una serie muy recomendable para su adquisición. No se pierdan la edición especial de deuvedé en cartón con muchos y variados extras.