EL ESCRITOR COMPULSIVO

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El gran Gustavo Adolfo Bécquer

EL ESCRITOR COMPULSIVO

El escritor compulsivo soy yo, Alberto Bellido y este es un blog dedicado a mi mayor afición, a mi mayor pasión: El cine, el séptimo arte.

En el blog los visitantes podrán leer y comentar diversos artículos así como guiones de todos los géneros redactados por mí y sus memorias de realización, es decir, las diferentes intenciones que me guiaron en el momento de crear cada historia.

Espero que todos disfrutéis con mi blog.

Un afectuoso saludo.

viernes, 6 de mayo de 2011

GUIÓN LITERARIO DE ALBERTO Y MARISA DOS HÉROES ANÓNIMOS

GUIÓN LITERARIO: “ALBERTO Y MARISA, DOS HÉROES ANÓNIMOS”.

SECUENCIA 1. PARKING DE LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES DE MADRID. EXTERIOR. DÍA.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “Alberto y Marisa, dos héroes anónimos”.

Un GRUPO DE PASAJEROS baja de un autobús que acaba de llegar de Madrid procedente de Salamanca. Entre ellos, pronto se destaca un chico que ronda la treintena, vestido completamente de negro, con una chaqueta de pana y un pantalón, y cuyo cabello es igualmente negro y rizado. Una chica de cabello rubio y vestida con un pantalón vaquero y una camiseta blanca en la que aparece dibujado un arcoiris se aproxima hacia él. El chico se llama ALBERTO, y la chica se llama MARISA.

MARISA
Hola. ¿Eres Alberto, verdad? Estoy segura de que no me equivoco.

ALBERTO

Hola. ¿Y tú eres Marisa? ¿No es cierto? Tampoco yo creo estar confundido.

Sin mediar palabra, los dos protagonistas se funden en un largo y anhelante abrazo. Mudos por la emoción del momento, sin embargo no dudan en besarse. Cuando sus bocas se separan, ALBERTO no puede evitar preguntarle a ella acerca de una cuestión a la que ha estado dando vueltas durante todo el viaje.

ALBERTO
(Ansioso)
¿Cuándo regresaste de Somalia? ¡No puedes ni imaginarte la angustia que he llegado a pasar por ti! ¡Es cómo si te hubiera conocido de toda la vida! ¡Cómo si ya formarás parte de mi familia! ¡Tenía miedo de que te hubieran podido matar!

MARISA
(Conciliadora)
¡Oh, cálmate Alberto! ¡Mi gran amor platónico! ¡Haz el favor de tranquilizarte! Escúchame bien. En ningún momento he tenido la sensación de que pudiera perder la vida. Fui destinada a Xudur, una aldea del interior del país. Afortunadamente, hasta allí no llegaron los combates entre las fuerzas del Gobierno y la guerrilla. Además, por las noches me ponía a leer tus obras, me sentía muy reconfortada y la fuerza que me proporcionaban, me ayudaba a seguir adelante.

ALBERTO
(Emocionado)
Te quiero y te quiero mucho, Marisa. Aunque parezca mentira y haya estado resistiéndome a aceptarlo, me he ido enamorando de ti por Internet. Pero también es verdad y no puedo negarlo porque mentiría, no han sido pocas las ocasiones en las que hubiera preferido no saber de tu existencia para no sentirme angustiado. Espero que me comprendas. Imagínate si hubiera pasado al revés, si hubiera sido yo el se hubiera ido a Somalia, y tú fueras la que te hubieras quedado aquí, en Madrid.

MARISA
(Agradecida)
Claro que te comprendo. Y es tu confesión a la que doy verdadero y auténtico valor, porque significa que me has querido desde que me conociste y siempre me has tenido presente, tanto en tus oraciones como en tus pensamientos. Anda, ven aquí y bésame, tonto. Y olvida todo lo demás.


ALBERTO
     ¡Claro que sí, mi musa!

ALBERTO y MARISA vuelven a besarse mientras que los PASAJEROS pasan de un lado a otro.

Fundido en Negro de Cierre.

SECUENCIA 2. BARRIO DE CHAMBERÍ. PISO DE MARISA. INTERIOR. DÍA.

Fundido en Negro de Apertura.

La puerta principal de un piso se abre y, un momento más tarde, una mano hace que la luz más próxima a la entrada se encienda. Después, MARISA entra seguida por ALBERTO.

MARISA
     Bueno, ¡Y éste es mi piso! ¿Qué te parece?

ALBERTO empieza a mirar las numerosas fotografías y pinturas que adornan las paredes. Momentos más tarde, le dedica una sonrisa a MARISA que expresa satisfacción y conformidad.

ALBERTO
Está bien, Marisa. No es ni muy grande, ni muy pequeño. Y me gustan mucho las fotos y las pinturas. Eso es lo que distingue a los pisos de las personas que son artistas y de las que no lo son.

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Tres horas más tarde...”

ALBERTO y MARISA están sentados en la mesa de la cocina del piso, y se disponen a dar buena cuenta de una frugal cena consistente en una pizza de jamón y queso, y de una ensalada con lechuga, tomate, cebolla y aceitunas, aparte de una botella de vino.

MARISA
(Preocupada)
No sé, quizás podía haber preparado otra cosa. Para ser la primera vez que nos hemos visto cara a cara, esto no es gran cosa.

ALBERTO
(Tajante)
¡No te preocupes, Marisa! ¡De verdad! ¡Esto está muy bien! ¡Y prefiero que haya sido poco! Estoy a dieta. Hace no mucho tiempo llegué a tener una barriga que no veas.

MARISA
     ¡De verdad que estas conforme! ¡Eso me alivia!

ALBERTO
     ¡Pues eso es lo que vale!

Los dos se levantan de la mesa y se abrazan.

Corte.

ALBERTO y MARISA están en la cama prodigándose caricias y besos. Después de un rato, MARISA se despoja de su camisón y se levanta. Entonces, con ALBERTO debajo, empieza a moverse de adelante hacia atrás, sin parar, y su respiración y la de ALBERTO se van haciendo cada vez más agitadas. Por fin, llega el momento en el que ambos gimen de placer, y ALBERTO se hace a un lado para que MARISA pueda acomodarse en la cama.

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “A la mañana siguiente…”


ALBERTO se despierta y le da unos toquecitos cariñosos a MARISA para que ésta se desperece. Los dos abren sus bocas exhalando profundos bostezos, los indicadores más fiables de que el cansancio que tenían la noche anterior todavía les hace mella.

MARISA
     Bueno, ¿Dónde quieres ir esta mañana?

ALBERTO
¿Qué te parece si vamos al Valle de los Caídos y al Monasterio de El Escorial? Tengo curiosidad por visitarlos.

MARISA
(Muy sorprendida)
¡Vaya, caray! ¡Pero eso nos va a llevar todo el día! ¿De verdad que nunca has ido a esos sitios?

ALBERTO
(En tono bromista)
Así es, señorita. Es lo que hay y la verdad es que siento decepcionarla.

MARISA
(Entusiasmada)
¡Pues a qué esperamos! ¡Yo seré tu guía! ¡Venga, rápido, vamos a desayunar y nos movemos! ¡Tenemos suerte! ¡Hay un autobús que hace paradas en los dos sitios!

Fundido en Negro de Cierre.

SECUENCIA 3. VALLE DE LOS CAÍDOS. EXTERIOR. DÍA.

Fundido en Negro de Apertura.

ALBERTO y MARISA se dirigen hacia la Basílica del Valle de los Caídos. ALBERTO no puede por menos de sentirse impresionado ante la grandiosidad del lugar.

ALBERTO
(Extasiado)
¡Es impresionante lo que un Dictador puede llegar a hacer!

MARISA
Sí, es increíble lo que pueden llegar a hacer, pero no te confundas, Alberto, lo pudo hacer gracias al sacrificio de miles de obreros a los que explotó sin piedad.

ALBERTO
(Muy serio)
Desde luego que sí. Tienes toda la razón, Marisa.

Corte.

SECUENCIA 4. MONASTERIO DEL ESCORIAL. EXTERIOR. DÍA.

ALBERTO y MARISA, tras ver la Basílica del Valle de los Caídos, se han desplazado hasta el Monasterio del Escorial, y allí hace gala de su sentido del humor mezclado con el conocimiento.

ALBERTO
(En tono teatral)
Y dijo el gran Rey de España, Felipe Segundo, allá por el mil quinientos ochenta, ¡Yo soy el dueño del mayor Imperio que jamás ha conocido la Cristiandad! ¡Son tales las extensiones de mis dominios que en ellos nunca se pone el sol!

MARISA
(Intrigada)
     ¿Y cómo sabes tú todo eso?

ALBERTO
(En tono solemne)
Pues porque a mí siempre me ha gustado la Historia, y también, en su momento, quise estudiar la Carrera.

MARISA
     ¿Y qué pasó? ¿La estudiaste?

ALBERTO
(Apenado)
Pues no pude hacerlo por un capullo enorme, de nombre Nicolás, Nico para los amigos, eminente profesor de Matemáticas donde los haya, que se cruzó en mi camino y en mi destino.

MARISA
Bueno, si te sirve de consuelo, yo también tenía un profesor que había que echarlo de comer aparte, el “Sugus”, pero no era tan capullo como el tal Nico.

Fundido en Negro de Cierre.

SECUENCIA 5. HOSTAL DE CARRETERA. INTERIOR. NOCHE.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “Unas horas más tarde...”

Después de una agotadora jornada visitando el Valle de los Caídos y el Monasterio del Escorial, ALBERTO y MARISA llegan hasta las puertas de un hostal que hay cerca del último lugar mencionado. Cuando entran en el vestíbulo del Establecimiento Hotelero, el RECEPCIONISTA está atendiendo a una PAREJA DE PIJOS que lucen ropas caras, de marca. Es decir, que son dos niños de papá. Detrás de ellos se sitúan DOS SURAMERICANOS jóvenes que cuelgan a sus espaldas dos voluminosas mochilas, son unos mochileros que pretenden viajar por toda Europa. Por tanto, ALBERTO y MARISA tiene que ponerse a la cola. El RECEPCIONISTA indica, con probada celeridad, tanto a la PAREJA DE PIJOS, como a los DOS SURAMERICANOS, que inscriban sus nombres en el Registro del Hostal, y les da a cada pareja sus respectivas llaves.

RECEPCIONISTA
(Aliviado)
¡Menos que han venido ustedes! Desconozco las causas, pero llevamos varios días en lo que nadie se acercaba hasta aquí a pernoctar!

Tanto la PAREJA DE PIJOS, como los DOS SURAMERICANOS, se quedan inmovilizados, fijos como estatuas, ante el entusiasmo manifestado por el RECEPCIONISTA. Tras unos instantes, unos y otros reaccionan y, sin mediar palabra, enfilan rápidamente el camino que les lleva hasta sus habitaciones. Cuando oye que las dos puertas de sus recientes huéspedes se han cerrado, el RECEPCIONISTA comienza a hablar con ALBERTO y MARISA.

RECEPCIONISTA
¡Qué gente más maleducada y grosera! Menos mal que creo que ustedes son mejores. ¡Yo no sé que es lo que se creen! ¡Lo mismo se piensan que soy como el protagonista de “Psicosis”!

ALBERTO
(En tono burlón)
     Bueno, esperemos que eso no sea cierto.

RECEPCIONISTA
(Afable)
     ¡Por Dios! ¡Claro que no! ¡Por quién me ha tomado!

ALBERTO
Desde luego que nosotros somos más agradables, ¿Verdad, Marisa?

MARISA
Estoy de acuerdo. Hace poco que he venido de África, y allí estábamos acostumbrados a preocuparnos por el bienestar de toda la gente que íbamos conociendo. Estuve de voluntaria allí, con una ONG.

ALBERTO y MARISA firman en el libro de Registro del Hostal, y MARISA recoge la llave que le entrega el RECEPCIONISTA. Por su parte, ALBERTO interroga a éste.

ALBERTO
(Intrigado)
A propósito, ¿Hay Restaurante en el Hostal? Nos interesaría cenar. Llevamos muchas horas prácticamente sin comer, sosteniéndonos en pie con unos sándwiches y después de pasarnos el día visitando el Valle de los Caídos y el Monasterio del Escorial, estamos muy hambrientos.

RECEPCIONISTA
(Maravillado)
¡Habéis ido al Valle de los Caídos y al Monasterio del Escorial en un solo día! ¡Qué maravilla! ¡Eso merece un premio! ¡Espero que os hayan gustado! ¡Sí, claro que disponemos de Servicio de Restaurante! Pero como esta noche los camareros libran, es de tipo buffet.

MARISA
(Agradecida)
Muchas gracias por su hospitalidad e interés. Ya vendremos a cenar cuando nos hayamos instalado en nuestra habitación. ¡Hasta luego!

RECEPCIONISTA
     ¡Hasta luego, jóvenes!

Corte.

SECUENCIA 6. HABITACIÓN 7 DEL HOSTAL. INTERIOR. NOCHE.

ALBERTO y MARISA se sientan en la cama de la habitación que les ha sido asignada.

MARISA
¡Vaya, parece muy simpático este recepcionista! ¿No crees?

ALBERTO, un poco distraído con la televisión, responde a MARISA.

ALBERTO
¡Sí, la verdad es que sí! ¡Vaya, esto es terrible! ¡En todos los canales sale que cada vez hay más infectados por esa dichosa Gripe Porcina en el Cuartel Militar de Hoyo de Manzanares! ¡E incluso también entre los habitantes de ese pueblo! ¿Esta cerca de aquí, no?

El presentador de televisión continua con su alocución: “Lo peor es que el virus está mutando y las Autoridades no saben en qué pueden convertirse los infectados...”. De repente, un alarido quiebra la quietud y tranquilidad del ambiente nocturno, y provoca que los corazones de ALBERTO y MARISA comiencen a palpitar a gran velocidad. Los dos se levantan de la cama y se dirigen a la puerta de la habitación con la intención de salir al pasillo.

MARISA
(Asustada)
     ¡Qué horror! ¿Qué ha sido eso?

Corte.

SECUENCIA 7. PASILLO DEL HOSTAL. INTERIOR. NOCHE.

Se da la coincidencia y la casualidad de que las habitaciones que los huéspedes ocupan son consecutivas. Es decir, les corresponden las habitaciones número tres, cinco y siete. Y todos ellos salen al pasillo. La PAREJA DE PIJOS, los DOS SURAMERICANOS y ALBERTO y MARISA se miran los unos a los otros asustados. No obstante, no van a poder gozar de mucho tiempo para estar ociosos. Enseguida, procedentes del vestíbulo, un GRUPO DE MUJERES Y HOMBRES, todos ellos ensangrentados y con sus ropas hechas jirones, se adentran a gran velocidad en el pasillo. La PAREJA DE PIJOS y ALBERTO y MARISA se quedan paralizados, pero los DOS SURAMERICANOS sacan de los bolsillos de sus pantalones unas pistolas y, uno de ellos, con un gesto frenético, pide a la PAREJA DE PIJOS que se agachen y comienzan a disparar. Gracias a su buena puntería, logran abatir a los zombis que habían invadido el pasillo y, acto seguido, indican a sus compañeros de alojamiento que entren en la habitación de éstos.

Corte.

SECUENCIA 8. HABITACIÓN 5 DEL HOSTAL. INTERIOR. NOCHE.

Mientras que uno de los SURAMERICANOS, vigila desde la puerta, en previsión de que puedan aparecer nuevos intrusos, el otro va hacia uno de los cajones del armario y saca varias pistolas del mismo, ofreciendo una a cada ocupante de la habitación.

SUDAMERICANO I
¡Tomen! ¡Cojan cada uno una pistola! ¡No sabemos cuántas de esas criaturas podrían llegar a atacarnos! Si sienten curiosidad por saber por qué llevamos tantas armas, les diré que transitar por un país como Colombia desarmado es toda una temeridad que te puede enviarte rápido al otro barrio.

Los SEIS INQUILINOS del Hostal salen de la habitación de los DOS SUDAMERICANOS con mucha precaución.

Corte.

ESCENA 9. VESTÍBULO DEL HOSTAL. INTERIOR. NOCHE.

Ya en el vestíbulo, los SEIS HUÉSPEDES hallan el cadáver del RECEPCIONISTA, quien yace despedazado en el suelo. La puerta principal del Hostal está abierta. El PIJO se dispone a cerrarla, pero, de repente, alguien le agarra. Comienza a disparar como buenamente puede. Es demasiado tarde para él, pues cada vez entran más zombis. Aterrorizada y confusa, porque es consciente de que puede perder a su novio, la PIJA dispara, pero los movimientos de los zombis que siguen intentando acceder al Establecimiento Hotelero, son muy hábiles y, en unos instantes, atraen hacia sí a la PAREJA DE PIJOS. Tratando inútilmente de salvar a sus compañeros, los DOS SUDAMERICANOS y ALBERTO y MARISA disparan sin cesar, pero no pueden evitar que los PIJOS terminen como pasto y comida para los devoradores de carne.

Fundido en Negro de Cierre.

ESCENA 10. VESTÍBULO DEL HOSTAL. INTERIOR. DÍA.

Fundido en Negro de Apertura.

Texto sobre Negro: “A la mañana siguiente...”

Los DOS SUDAMERICANOS están apostados en una de las ventanas exteriores del Hostal, mientras que ALBERTO y MARISA están en la otra. Cuando empiezan a contemplar cómo se van acercando un número creciente de zombis al Hostal, los disparos escupidos por las pistolas no se hacen esperar. Después de un intenso tiroteo, no vuelven a surgir más muertos vivientes. En un momento dado, a ALBERTO se le ocurre una idea que a sus compañeros, por la tensión vivida, no se le has ocurrido.

ALBERTO
¡Ya sé cómo vamos a salir de aquí! ¡Llamemos por el teléfono de la Recepción pidiendo ayuda! ¡Claro, cómo no se nos podía haber ocurrido antes!

SUDAMERICANO II
¡Hey, güey! ¡Es qué te piensas que los zombis son tontos o qué! ¡Ya se habrán preocupado ellos de cortar las líneas!

ALBERTO
¿Tú crees? ¿Por qué estas tan seguro de ello? Bueno, ¡Voy a intentarlo! ¡Que por intentarlo no se pierde nada!

SUDAMERICANO II
¡De acuerdo, compañero! ¡A lo mejor tienes razón y soy yo el confundido! ¡Hazlo!

ALBERTO espera con ansiedad recibir una contestación del otro lado de la línea telefónica. Finalmente, habla con la Operadora para que le ponga en contacto con la Policía.

ALBERTO
¡Oiga, Operadora! ¿Me puede poner con la policía? ¡Qué espere un momento! ...¡De acuerdo! ¡Oigan! ¡Somos cuatro! ¡Estamos en un Hostal cercano al Monasterio del Escorial! ¡Anoche nos atacaron y esta mañana también! ¿Pueden venir a rescatarnos? ¡Qué esta tarde! ¡Pero no pueden venir más pronto! ¡Qué no! ¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Pero, pida a los policías que vengan rápido, por favor!

Los DOS SURAMERICANOS y ALBERTO y MARISA se miran decepcionados, pero son sabedores de que no pueden hacer otra cosa más que esperar, y resistir si les atacan.

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “Unas horas más tarde...”

Son las seis de la tarde del mismo día. No ha vuelto a haber ni rastro de zombis que pudieran atacar a los DOS SURAMERICANOS y a ALBERTO y MARISA. Pero, de repente, un ruido ensordecedor, procedente del exterior, se adueña de varios kilómetros a la redonda. Los cuatro otean por las ventanas, vislumbrando cómo un helicóptero se va acercando progresivamente al suelo, posándose sobre una finca cercana al Hostal. Los cuatro, sin pensárselo dos veces, abandonan el Establecimiento Hotelero.

Corte.

ESCENA 11. HOSTAL DE CARRETERA. EXTERIOR. NOCHE.

Los DOS SURAMERICANOS y ALBERTO y MARISA salen corriendo del Hostal. Pero vuelven a quedarse paralizados al observar que un nuevo y numeroso grupo de zombis corren hacia ellos. Entre los DOS SURAMERICANOS, ALBERTO y MARISA y los ZOMBIS, está el helicóptero. Los OCUPANTES de éste abren fuego contra los ZOMBIS. Para hacer más complicado el rescate, los DOS SURAMERICANOS y ALBERTO y MARISA llegan hasta el helicóptero prácticamente al mismo tiempo que las monstruosas criaturas caníbales y, aunque los zombis caen en gran número abatidos por el fuego, surgen más que reemplazan a los caídos. ALBERTO y MARISA acceden al interior del helicóptero, que lentamente va ascendiendo. Por su parte, los DOS SURAMERICANOS continúan disparando contra los zombis, pero no resulta suficiente que cuenten con la ayuda de los ocupantes del helicóptero. Entonces, finalmente, MARISA grita con desesperación para que los DOS SURAMERICANOS suban al helicóptero.

MARISA
(Con voz potente)
     ¡Rápido! ¡Suban, muchachos, suban!

Pero ya es demasiado tarde para la salvación de éstos. Los DOS SURAMERICANOS siguen disparando a las criaturas caníbales, que esta vez se reproducen a mayor velocidad, hasta que los tumban al suelo.

DOS SURAMERICANOS
(Al unísono)
¡Sálvense, muchachos! ¡Sálvense! ¡Disfruten de la vida por nosotros! ¡No, malditos pendejos! ¡Venderemos cara nuestra derrota! ¡Arrgg!

Es uno de los dos policías, aparte del piloto, que hay en el helicóptero, el que empieza a hablar con ALBERTO y MARISA.

POLICÍA I
(Excitado)
¡Bufff, chicos! ¡De buena os habéis librado! ¡Qué! ¿Queréis formar parte de la Resistencia?

ALBERTO
Pero, ¿Y el ejército? ¡Es que no ha intervenido para acabar con la infección!

POLICÍA II
(Negando con la cabeza)
¡Pero se puede saber en qué mundo vives, chico! ¡Acaso no te has enterado que la infección se originó en los cuarteles! ¡El ejército está muy diezmado y la mayoría de los soldados se han convertido en zombis! Escuchadme. Estamos formando y adiestrando una Milicia de civiles para que combatan contra esa plaga de asquerosos zombis, y podamos exterminarlos. ¡Qué! ¿Queréis formar parte de la Milicia o no?

ALBERTO Y MARISA
(Al unísono)
     ¡Desde luego que sí! ¡Juntos venceremos!

Fundido en Negro Encadenado.

Texto sobre Negro: “ALBERTO y MARISA se enrolaron en la Milicia y pronto destacaron por su valentía y solidaridad con sus compañeros. Por fin, medio año más tarde, España consiguió librarse de la plaga de muertos vivientes, y ALBERTO y MARISA iniciaron una nueva vida en común”.

Fundido en Negro de Cierre.

Créditos Finales.




    

    

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