Este fin de semana he estado en Madrid. Y, bueno, elegí el tren para ir. La ida, pues bien, el tren llegó más o menos a la hora a la Capital de España.
Pero la, vuelta, ..., ¡Ay, amigos, la vuelta! Un cuarto de hora de retraso. Nos lo avisó una Señorita por megafonía. Y no he podido evitar una serie de sonrisas sarcásticas. O sea, que ocurre lo de siempre, que a los charros nos toma RENFE, (dependiente de este Gobierno de fenómenos y lumbreras), por imbéciles, por los tontos del pueblo, por bobos y por los eternos últimos de la fila. Y no es la primera vez. Estas cosas pasan, por poner un ejemplo, en un trayecto de Zaragoza a Barcelona y, bueno, bueno, se arma la mundial. Pero como es Madrid-Salamanca, pues nada, los salmantinos siempre nos tragamos los sapos y así nos va. Repito, esto se lo hacen a unos catalanes y se arma la mundial, pasaría como en esa película titulada "Motín a bordo".
Saludos.
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